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Mostrando entradas de agosto, 2021

El efímero rey de Tebas

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 El efímero rey de Tebas Las doce pruebas de Hércules y los diez años que tardó Ulises en volver a casa no eran nada comparado con aquello. Iseo, simple pastor que vivía en la ladera este del monte Pathos (con hache) se enfrentaría a extrañas e inimaginables pruebas para convertirse en el siguiente rey de Tebas. Aquello había comenzado del modo habitual. Una visita al Oráculo, una profecía desafortunada, y un bebé lanzado al mar Egeo para tratar de huir del Destino. Pero con el Destino no se juega. Vale que la profecía fue generada tras una borrachera de este dios en una poco habitual visita del mismo a Dionisio. Pero una vez enunciada la profecía no podía echarse atrás, so pena de no ser tomado en serio. Así que debía trabajar porque las palabras de la suma sacerdotisa se cumplieran. De este modo el bebé, que en otras circunstancias habría muerto ahogado o golpeado contra una roca en cuestión de segundos, se salvó gracias a la afortunada y totalmente "causal" intervención de

Desenfreno

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  Desenfreno    – Ha sido increíble – suspiró el muchacho empapado en sudor y aún jadeando.  – No ha estado mal, pero ahora debo de irme. Que te vaya bien Alberto – comentó Dashna, que ya había recuperado el resuello.  – ¡Me llamo Álvaro! – exclamó indignado el joven.  – Para mí Alberto y Álvaro son intercambiables. Los padres deberían de poner a sus hijos nombres más originales, como el mío. Pero bueno, sea como sea adiós – respondió ella levantándose de la revuelta cama y dirigiéndose a la puerta.  – ¡Son pasadas las dos de la mañana!  Ya no hay metro y el siguiente autobús nocturno no pasa hasta dentro de dos horas… ¿Por qué...? ¿Por qué en vez de gastarte el dinero en un taxi no te quedas aquí a pasar la noche?  – Porque no me apetece. Y no voy a coger un taxi.  – ¿Tampoco vas a vestirte?  – No.  Dashna abandonó desnuda el apartamento mientras a sus espaldas oía gritar al escandalizado chico. Bajó por la escalera y salió a la calle. No había nadie, lo cual la congratuló. Además, la

Paciente venganza

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 Paciente venganza Cada vez que cerraba los ojos, lo único que escuchaba era aquel pitido continuo. Nada importaba si se encontraba en un lugar ruidoso o silencioso; en el momento en que se unían sus párpados todo a su alrededor desaparecía y era sustituido por ese sonido tan distintivo. Extrañamente, su visión no se veía tan afectada. No es que hubiera olvidado esa imagen, desde luego. No necesitaba concentrarse en absoluto para ver de nuevo aquellas batas blancas afanándose alrededor del diminuto cuerpo que ocupaba la cama. Recordaba incluso que el cristal a través del cual observaba tenía una mancha de color parduzco en la parte del pasillo, que parecía haber sido causada por una salpicadura de café. Era absurdo recordar tan bien esa mancha y no ser capaz de decir cuántas personas había en aquella habitación, tratando sin éxito de devolverle la vida a aquel cuerpo que siendo tan joven se había visto desprovisto de ella. Y, sin embargo, lo que venía a su mente cada vez que cerraba lo