El Inventor de Palabras
El Inventor de Palabras Buenos días. Soy yo. El ínclito, el maravilloso, el de los dedos vertiginosos: El Inventor de Palabras. Noble e ilustre espécimen de fama mundial que... ¿Qué? ¿Cómo que no sabes quién soy? ¡Eso es imposible! ¿Dónde has estado escondido estos últimos años? En serio, ¿cuáles son las señas de ese zulo tan bien aislado? ¿Y cuánto me cobrarías por alquilarlo? Quien me oiga pensará que estoy harto de mi fama mundial y del trabajo que tan imprudentemente me encomendaron. Y lo cierto es que tendrán razón. ¡Sí! Soy un fraude, un timo, un completo fiasco. Siento vergüenza de mí mismo: si fuera otro y no yo me obligaría a cavar una tumba y me metería en ella. Vivo. ¿Que por qué no lo hago? ¡Vaya preguntita! Pues porque soy un cobarde, por supuesto. Si fuera valiente otro gallo cantaría. Claro que quizá no me habría metido en este estercolero, en primer lugar. Pero los viajes en el tiempo son cosa de la ficción, así que no vale la pena pensar siquiera en ellos. ¿Que qu...