Al amparo de las sombras
Al amparo de las sombras Si hay algo que siempre he valorado de mi trabajo, es la soledad y la tranquilidad. No comprendo como hay gente que puede sobrevivir en bulliciosas oficinas con un jefe exigiéndote un abultado informe para el día siguiente, o trabajando en atención al público, donde el cliente siempre tiene la razón por muy imbécil que sea. En cambio, yo me organizo como quiero y me muevo a través de la quietud de la noche. Cuando caen las sombras, todo se atenúa y ralentiza, nos sumergimos en otra realidad, en un mundo en el cual las sutilezas y los matices cobran protagonismo, donde puedes moverte más despacio para llegar al mismo sitio. Al amparo de la oscuridad hay tiempo de pensar, de saborear los deliciosos pequeños detalles de la vida. Al contrario de lo que sucede en otros trabajos, mi éxito depende de que nadie se fije en lo que hago, de ser completamente invisible. Mi pico de actividad suele estar entre las 3 y las 6 de la madrugada, las horas en las cuales si e