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Mostrando entradas de abril, 2022

El Policía de Samobor

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  El Policía de Samobor   Nota previa: esta historia es real en todos sus detalles, sin perjuicio de lo subjetivo de mis percepciones. Por ello el relato no resulta tan espectacular como si me lo hubiese inventado, pero a cambio tiene el encanto de lo auténtico.     Sucedió en la primavera de 2019, me encontraba de viaje con Fátima, mi novia, en Croacia. Aquel día habíamos cogido un autobús desde la capital, Zagreb, hasta un pueblecillo de las afueras llamado Samobor, desde donde otro bus nos permitió llegar a un parque natural del mismo nombre cuyos maravillosos parajes recorrimos agradablemente, dejando que la solitaria paz de los bosques, las colinas y las pequeñas aldeas limpiasen nuestras mentes del barullo y la polución de la civilización occidental moderna.     La combinación de rutas por la cual nos decantamos fue exigente y nos llevó casi todo el día, así que, cuando tomamos un nuevo autobús para regresar al pueblo de Samobor, las sombras empezaban a alargarse

Pablo y los libros

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 Pablo y los libros En una casa corriente de un país corriente vivía un niño llamado Pablo. A Pablo le gustaba mucho jugar con sus amigos con la pelota, la bicicleta y todo lo que supusiera salir a la calle y correr mucho. Por eso Pablo odiaba los días de lluvia. Cuando llovía, sus padres le hacían quedarse en casa, sin correr ni usar la pelota. Tampoco podía gritar, porque eso molestaba a los vecinos. Así que se aburría. Mucho. Sus padres intentaban que jugara con sus juguetes, pero no aguantaba mucho rato antes de querer cambiar de juego. Hasta que un día descubrió una nueva forma de vivir aventuras sin salir de casa. Todo empezó como un día normal. Después de desayunar y vestirse, Pablo quiso salir al parque a jugar. Pero su padre miró por la ventana y vio unas nubes muy negras, muy negras. Así que le dijo que iba a llover y que tenía que quedarse en casa. Después de muchos intentos de jugar a algo que no resultara aburrido, su padre apareció con algo envuelto en papel de regalo en

La pesadilla

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   La pesadilla    Riamond acudió una semana más a la consulta de su terapeuta, la doctora Dinope. Se acomodó en el sillón que como siempre se le ofreció y suspiró. - ¿Qué tal estás Riamond? ¿Cómo te ha ido la semana? - preguntó Dinope ordenando sus notas parapetada tras su escritorio, mientras dejaba que su paciente se acomodase y se relajase. - He vuelto a tener la misma pesadilla de la que te hablé en la última sesión - respondió Riamond entre cansado y resignado. - Vaya, lo lamento. De todos modos, me imaginaba que te iba a volver a suceder; luego te comentaré porqué. Eso sí, para poder ayudarte voy a necesitar que por favor me relates la experiencia una vez más, aunque esta vez la voy a grabar, siempre y cuando me des permiso. - ¿Vas a pedir ayuda a un colega? - Algo así. Prefiero darte más detalles después, si no te importa. ¿Puedo grabarte entonces? Por supuesto respetaré los protocolos de confidencialidad y la ley protección de datos. Riamond asintió en silencio y Dinope