El misterio de los cinco ceros

 El misterio de los cinco ceros

Al leer el mensaje que acabas de recibir en el móvil te quedas paralizado. Cinco ceros. Aunque te ha salido «número desconocido» estás convencido de que tienes que conocer a la persona que lo envía, que el mensaje es demasiado raro para que no sea así. Decides mirar en tu lista de contactos por si se te ocurre quién podría haber sido; aunque hay posibilidad de que sea cosa de un par de tus amigos para gastarte una broma, una vocecilla en tu interior te dice que no ha sido así esta vez. Por algún motivo que se te antoja inexplicable, sabes que el mensaje es real, no una broma.

Abandonando el intento de adivinar quién lo envía decides centrarte en su significado. Cinco ceros. Cinco, como los dedos de la mano o los sentidos que tradicionalmente se considera que tiene el hombre. También podría significar algo en código binario. Pero no, quien te lo mandó debía saber que no tienes ni idea de esos temas. Quien sea que lo enviara tendría un mensaje que transmitir, y para ello debía usar un lenguaje que pudieras descifrar. Así que te olvidas del código binario y sigues dándole vueltas a las cosas que sí sabes.

De repente se te enciende la bombilla. ¡Por supuesto! Cinco ceros es como tú y otros cuantos llamáis a cierto ricachón que contra todo pronóstico se vino a vivir a tu barrio obrero. El mensaje solo puede referirse a él.

Identificado el sujeto del mensaje, te falta descubrir su relación contigo. En ese momento tu teléfono vuelve a sonar. Esta vez se trata de una imagen, un pantallazo de un ordenador donde se muestra una cuenta bancaria en un banco suizo que se ha quedado a cero.

Para entonces has llegado al bar al que te dirigías, y al entrar ves que tienen puestas las noticias. Boquiabierto contemplas cómo la presentadora está hablando de ese hombre la que llamáis cinco ceros, y cómo un ataque de hackers ha dejado sus cuentas a cero.

Ahora estás convencido de que el mensaje lo enviaron esos mismos hackers. Aunque sea temprano y no tu costumbre, pides en la barra un carajillo. Cuando suena de nuevo tu móvil lo sacas del bolsillo con mano temblorosa.

En el SMS que acabas de recibir aparece tu nombre y apellidos. Llamas al instante a tu banco para conocer el estado de tu cuenta, pero ya sabes qué te van a decir...



Escrito por Aránzazu Zanón Carrasco

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