El Mundo fuera del Mundo

 

El Mundo Fuera del Mundo

 

 Nota previa: las horas, distancias, expresiones y conceptos asimilables han sido trasladados a nuestro sistema de lenguaje humano para poder ser comprendidos por el lector.

 

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 “Había una vez una sociedad que volvió a descubrir el exterior”.

 Así es, queridas larvas – arrancó su clase el maestro – ese es el comienzo de “La epopeya de Kleoss y los exonautas”, que deberíais de haberos leído durante las vacaciones. Observando vuestros patrones de luminiscencia veo que algunos habéis preferido pasaros estos últimos ciclos jugando y no habéis hecho la tarea. A ver, que levanten las antenas los que se lo hayan leído.

 Solo unas pocas antenas se alzaron, la mayoría de las larvas que llenaban el aula se encogieron avergonzadas, amortiguando aún más su luminiscencia.

 Ya, ya veo, lo suponía… – suspiró el maestro – Bueno, sin perjuicio del apercibimiento que algunos tendréis que devolverme firmado por vuestros progenitores, os resumiré la historia, que constituye una parte fundamental de los mitos que nutren la cultura de nuestro reino. La epopeya fue transmitida oralmente hasta que pasados 13 superciclos tras la muerte de Kleoss y el último exonauta, el poeta y escritor Mogulos la puso por escrito, asegurándola como legado cultural.

 El maestro aspiró profundamente con sus branquias, preparándose para el largo relato que iba a tener que narrar.

 Como deberían de haberos contado en clase de historia, hace ya muchos superciclos, concretamente en el superciclo 75 de la Segunda Edad, el gran Imperio de Numen había alcanzó su apogeo, extendiéndose sobre casi todas las tierras, aguas bajas, aguas altas y cavernas conocidas, y logrando un desarrollo científico y tecnológico que algunos eruditos afirman que aún no hemos vuelto a alcanzar. No en vano nos cuesta diferenciar qué parte de sus asombrosas capacidades fueron adicciones fantasiosas incorporadas a posteriori por las leyendas, y cuales se basan en avances tecnológicos reales, ahora perdidos. No obstante, más allá de sus deslumbrantes logros y su notoria prosperidad, el Imperio tenía serios problemas, el principal de ellos la superpoblación. El eficiente rendimiento de sus plantaciones flotantes de biomateria y los grandes avances en medicina redujeron la tasa de mortalidad, permitiendo así mismo una elevada fecundidad y conduciendo de manera inevitable a una crisis demográfica. Por un tiempo, la alta tecnología palió el problema, permitiendo montar plantaciones allá donde antes era imposible, lejos de las chimeneas hidrotermales, y también aprendiendo a criar para nuestro consumo el macroplacton de las aguas altas. Mas todo aquello solo proporcionó al Imperio unas pocas décadas de prórroga antes de que la superpoblación amenazase con invocar a los demonios del hambre, la guerra y el caos.

 En un primer momento, los atrevidos científicos imperiales se enfrentaron a los dogmas sociales y religiosos de la época proponiendo radicales tratamientos anticonceptivos. Desgraciadamente, la biología de nuestra especie es complicada a lo largo de sus múltiples ciclos vitales y reproductivos, muycomplicada, como ya os enseñarán en la asignatura de ciencias naturales, y todos los métodos anticonceptivos que se probaron resultaron tener algún efecto secundario fatal.

 Estando así la situación, aparecieron algunos aventureros que se propusieron intentar encontrar nuevas aguas. Puesto que el suelo y las aguas más bajas ya habían sido completamente exploradas y colonizadas, se montaron en sus naves y se aventuraron hacia arriba, más allá de las aguas altas.

 – ¡Pero allí viven los dioses! – se escandalizó una de las larvas – ¡Cómo se atrevieron!

 – Las creencias de los imperiales eran distintas de las nuestras – contestó el maestro – sus dioses eran subterráneos y les proveían de sustento a través de las chimeneas hidrotermales, para ellos las aguas altas no eran más que un territorio ignoto que explorar, y eso hicieron a bordo de sus versátiles naves. Los primeros pioneros subieron kilómetros y kilómetros sin encontrar nada, hasta que uno de ellos, el capitán Plustar y su navío Torbellino brillante, tras ir más allá de la prudencia y conseguir contener varios motines entre su tripulación, se encontró con el mítico Suelo al Revés. Todos habréis oído hablar de él, pues forma parte de nuestro folklore, un suelo opuesto al nuestro situado en lo alto, más alto que las aguas más altas, pero no compuesto de tierra como en el que nos encontramos nosotros, sino de hielo, un hielo duro como la roca. Parece ser que era un frío desierto, allí no llegaba nada de los nutrientes de las chimeneas hidrotermales y la vida tal y como la conocemos no podía prosperar, pero a pesar de ello los aventureros que siguieron a Plustar construyeron un campamento de investigación, al cual bautizaron como “Tileon” en honor del emperador de la época, y desde el cual descubrieron que el hielo del Suelo al Revés se podía fundir usando poderosos sopletes que la avanzada tecnología imperial permitía producir.

 Y así llegamos a Kleoss y a sus exonautas. Kleoss pensaba que más allá del Suelo al Revés había otro mundo, que él llamaba “El Mundo Exterior”, y al cual podría acceder si conseguía perforar un túnel lo suficientemente largo. Él estaba muy influenciado por una ancestral leyenda pre-imperial que hablaba de un “mundo fuera del mundo”, cuya ruta de acceso y geografía se habrían perdido durante la destrucción de la ciudadela de Jart y su gran biblioteca, y según ello entendía al Suelo al Revés como una cúpula que envolvía a las aguas altas como si fuese un caparazón, y que nos separaba del “mundo fuera del mundo” de la leyenda, su “Mundo Exterior”. A pesar de que su teoría recibió numerosas críticas, consiguió interesar al Imperio de Numen al proponerle una solución para su crisis demográfica. Si conseguían atravesar el Suelo al Revés y el Mundo Exterior resultaba existir y ser propicio para la vida, en él se podrían fundar nuevas ciudades que explotasen riquezas desconocidas. Como apoyo a sus tesis, Kleoss afirmó que los estudios topográficos preliminares realizados en el Suelo al Revés mostraban que era cóncavo, abalando su teoría de que fuese en verdad una gigantesca cúpula. Por fantasioso que sonase todo aquello, las autoridades imperiales estaban desesperadas y le financiaron.

 Según cuenta el mito, bajo la supervisión de Kleoss y con soporte imperial, numerosas naves viajaron al legendario campamento “Tileon” provistas de la tecnología más puntera del momento. Ampliaron el campamento, construyeron enormes torres de perforación provistas de poderosos sopletes y en cuanto todo estuvo listo, comenzaron a perforar. El propio Kleoss participó directamente en las operaciones.

 Perforaron muchos, muchos kilómetros, pero el hielo del Suelo al Revés seguía y seguía hasta que consiguió agotar la frágil paciencia de los burócratas imperiales, quienes cortaron la financiación. Sin embargo, Kleoss no se dio por vencido, por el contrario, invirtió todo su patrimonio en continuar con el proyecto, pidiendo dinero prestado, haciendo colectas, etc. La perforación siguió y hubo muertos cuando el hielo del larguísimo túnel que estaban creando colapsó en algunos puntos debido al parecer a movimientos sísmicos sucedidos en el propio Suelo de Arriba. Pero Kleoss no pensaba ceder, reforzó el apuntalamiento del túnel con los escasos recursos que le quedaban y siguió ampliándolo mientras las deserciones se sucedían entre su mano de obra y se iba quedando cada vez más solo y más arruinado. –

 – ¿Era muy ancho el túnel? ¿Y cómo de largo era? ¿Más que nuestra ciudad? – interrumpió agudamente una de las larvas.

 – El mito cuenta que era lo suficientemente ancho como para que una de nuestras actuales naves de línea pudiera circular por él, y respecto de su longitud… se habla de que el túnel llegó a internarse kilómetros en el Suelo al Revés.

 – ¡Oooohhhh! – se asombraron las numerosas larvas que no habían hecho la tarea para las vacaciones.

 Y entonces sucedió – continuó el profesor disfrutando de la expectación de sus alumnos – uno de los turnos que estaba trabajando con el soplete perforador desapareció sin dejar rastro. Cuando se organizó una misión de rescate no encontraron nada, ni obreros, ni soplete, ni nada. Los obreros podían haber desertado secretamente, sobornando a los vigilantes que supervisaban la entrada al túnel, pero lo que no podía era explicarse la desaparición repentina del pesado soplete y del resto de la maquinaria de soporte, además, el hielo del extremo del túnel parecía ser reciente, extrañamente reciente. Kleoss lo tenía claro: habían dado con el Mundo Exterior, que había devorado a obreros y maquinaria por igual, volviendo a formarse el hielo justo después. Declaró que podría haberse equivocado y el Mundo Exterior sería un lugar muy distinto a todo lo que él había supuesto, quizá en él la densidad del agua era mucho menor que la de nuestro mundo, o abundaba una materia diferente, o simplemente reinaba un vacío primordial, o puede que incluso allí se aplicasen reglas físicas distintas. Sea como fuese, Kleoss decidió responder a aquellas preguntas en persona.

 Primero armó al Centella intrépida, una nave blindada sobre la cual montó el soplete perforador de repuesto que les quedaba, y a la cual además de las habituales hélices también proveyó de cohetes propulsores en previsión de las condiciones más desfavorable que pudieran encontrarse al otro lado.

 Después reclutó a los famosos exonautas, una tropa formada por los doce aventureros más locos y temerarios del Imperio. Y así, Kleoss y los valientes exonautas pilotaron al Centella Intrépida, conduciéndolo a lo largo del túnel que tantos sacrificios había costado abrir a través del Suelo al Revés.

 Llegaron hasta el límite, allí donde los trabajadores habían desaparecido y confirmaron que en efecto el hielo parecía haberse fundido y vuelto a cristalizarse repentinamente. Accionaron el soplete y lo siguiente ya se interna directamente en el mundo de la fantasía y la leyenda. –

 El maestro hizo una pausa, saboreando la electrizante intriga que había conseguido crear entre las larvas. Incluso aquellas que afirmaban haber leído “La epopeya de Kleoss y los exonautas” le miraban con entusiasta atención.

 – Según se dice que relató Kleoss y más tarde transcribiría Mogulos, tras perforar unos 30 metros en el hielo, un torbellino salvaje los absorbió y los arrojó muy violentamente al Mundo Exterior. En el Mundo Exterior no había agua, solo un prístino y dolorosamente luminoso vacío, a través del cual volaron entre un chorro de cristales de hielo hasta caer estrepitosamente sobre un terreno helado que definieron como el otro lado del Suelo al Revés, y al que bautizaron como el Suelo de Arriba. El tremendo golpe al caer sobre el Suelo de Arriba hirió a varios exonautas a pesar de los arneses a los que iban sujetos y rajó por dos puntos uno de los mamparos del navío; por suerte el agua se congeló al salir disparada hacia el frío vacío por las fisuras, como había sucedido con el túnel, y así estas mismas se sellaron solas, salvando a Kleoss y sus exonautas de una muerte horrible. Cuando se recobraron del shock y de las contusiones sufridas, pudieron asomarse a las gruesas ventanas de súpercristal del Centella intrépida y ser presas del asombro ante la visión que allí les esperaba. Por encima de ellos, más allá del vacío, había una cúpula negra inalcanzablemente alta en la cual fulguraba una brillante luz que hacía daño a la vista si se la miraba directamente, y cuya potentísima iluminación, más fuerte que cualquier foco artificial o bioluminiscencia natural que conociesen, bañaba todo el Mundo Exterior. Junto a ella, gritaron al descubrir un enorme disco marrón adornado denumerosas franjas y filigranas que iban entre el beis, el rojo, el amarillo y el naranja. Aquel disco era tan grande y ocupaba una parte tan considerable de la cúpula que parecía estar a punto de caer sobre ellos, con lo cual algunos exonautas se marearon ante su presencia, pero pasó el tiempo y permaneció allí, colgado místicamente sobre ellos. Tras fijarse bien, a pesar del dolor que causaba en sus sentidos tanta luz, algunos exonautas descubrieron algunas otras luces, mucho menos brillantes que aquella que les cegaba, y que también colgaban de la cúpula negra. Un hallazgo más tétrico fue el de los cadáveres helados de los trabajadores que habían desaparecido hacía días, esparcidos desordenadamente alrededor del destrozado soplete que habían estado operando antes de ser absorbidos al vacío del Mundo Exterior. Más allá, el refulgente hielo del Suelo de Arriba se extendía en todas direcciones, mostrando una geografía inusitadamente plana, sin montañas, más allá de alguna pequeña loma que intuyeron en la distancia.

 Cuando recobraron el dominio sobre si mismos, pronto les quedó claro que su situación era desesperada. Los instrumentos confirmaban lo que Kleoss ya había sospechado, se encontraban en el vacío, allí las hélices no funcionarían, y no se atrevían a accionar los cohetes propulsores ante el riesgo de que el golpe los hubiera dañado y explotasen, aunque en cualquier caso debieron de admitir que tampoco habrían sabido navegar con ellos en aquellas circunstancias insólitamente hostiles. Llamaron por radio, pero tal y como temían nadie respondió, estaban muy lejos del campamento “Tileon”, allá abajo en el Suelo al Revés. Por otro lado no podían salir al exterior e intentar reparar, resituar y accionar uno de los sopletes con el fin de cavar un camino de regreso al túnel, que ya había vuelto a quedar bloqueado por una nueva costra de hielo; tenían trajes de protección, pero dudaban mucho de que pudieran aguantar más de unos pocos segundos allí fuera. Finalmente, para agravar las cosas, empezaron a tener frío, cada vez más frío, y debieron de conectar la calefacción al máximo. Tenían claro que cuando se agotasen las baterías del Centella intrépida y se apagase la calefacción, el agua del interior de su navío se congelaría como lo había hecho el agua del túnel y morirían. Ello sucedería en aproximadamente 7 horas, tenían ese tiempo para descubrir un modo de salvarse.

 Fue Pozzak, uno de los exonautas, quién, escrutando desesperado a través de las ventanas, divisó unas titilantes y multicolores luces en la lejanía, justo en los límites de la blanca, helada y desolada superficie del Suelo de Arriba. Asociadas a dichas luces creyeron distinguir unas estructuras cuyos regulares contornos no parecían naturales… ¿Se trataría de una ciudad? ¿estaría poblada por seres como ellos? ¿o por criaturas muy distintas? Sin nada que perder, hicieron señales con los focos exteriores del Centella intrépida, pidieron socorro a través de la radio, prendieron la antorcha de su soplete, e incluso se atrevieron a encender un cohete propulsor, que les hizo patinar en círculos sobre el hielo.

 Pasaron un par de horas sin novedades y cada uno encaró su final como pudo. Algunos escribieron notas de despedida sin la esperanza de que nadie las fuese a leer, otros lloraron, o recitaron poesía, o cantaron, o gritaron. Kleoss por su parte mantuvo estoicamente la calma, ordenando que se siguieran lanzando señales de socorro sin despegarse de la ventana, con la vista fija todo el tiempo en el Mundo Exterior.

 El agua se enrareció y la tensión acumulada dentro del Centella intrépida parecía a punto de estallar completamente cuando de repente Kleoss hizo callar a todos al exclamar esperanzado “¡algo viene! ¡o…! ¡o alguien!”. Y así era, una luz se acercaba a ellos surcando presurosa el luminoso vacío. Provenía desde la dirección de la presunta ciudad. Pronto supieron que no era una luz, sino un navío, un navío más grande que el suyo y muy extraño, más extraño que ningún otro artefacto que nunca hubieran visto. Tenía una compleja forma poliédrica vagamente alargada y avanzaba impulsado por potentes cohetes que emanaban bonitas llamas azules. Se posó a su lado con calculada elegancia, y a través de una escotilla que se abrió en uno de sus costados emergieron dos extraños seres enfundados en pesados trajes, que saltaron al suelo de hielo. Al igual que su nave, aquellos dos seres no se asemejaban a nada conocido. Tenían cuatro extremidades que emergían de un oblongo cuerpo central marcado por una simetría bilateral, de modo que dos extremidades salían hacia un lado y las otras dos en dirección opuesta. Usaban las dos extremidades inferiores para desplazarse de modo muy dificultoso a través del suelo, apoyando primero una y después la otra en un aparatoso bamboleo frente al cual misteriosamente conseguían mantener el equilibrio. Por su parte, las otras dos extremidades superiores colgaban sin tocar el suelo, colaborando de alguna manera en el bamboleo desplazatorio. Pegada sobre su cuerpo justo entre las dos extremidades superiores, aquellos seres lucían una voluminosa pelota redonda, donde Kleoss dedujo con acierto que se ubicaban sus órganos sensoriales. Aquellos seres, que rápidamente fueron bautizados como “exonitas”, les observaron durante un largo rato. Iban enfundados en gruesos trajes adornados con diversas luminarias, alguna de las cuales se enfocaron en su dirección, y la parte que cubría su pelota superior disponía de un cristal aparentemente dedicado a sus órganos sensoriales visuales. Los enigmáticos exonitas dieron lentamente una vuelta alrededor del Centella intrépida ignorando las exclamaciones y apasionados gestos con que los exonautas trataron de atraer su atención, luego hicieron una parsimoniosa visita a los cadáveres congelados de los obreros, examinando igualmente los maltrechos restos del soplete perforador y el resto de las deterioradas máquinas que yacían sobre el hielo, y finalmente volvieron a subirse a su extraña nave y se marcharon. Cundió la desesperación entre la tripulación del Centella intrépida, los exonitas habían decidido abandonarles allí para que murieran, como si fuesen basura.

 Incluso Kleoss perdió la calma, aullando desesperado y lamentándose de cómo la población del Imperio iba a seguir ignorante ante la existencia del Mundo Exterior.

 Pasó otra hora más y una segunda nave exonita hizo su aparición. Tenía forma de tabla con algunas desconcertantes estructuras poliédricas acopladas a sus costados y era enorme, mucho más grande que la anterior, tanto que arrojó una siniestra sombra al volar sobre ellos maniobrando al son de las llamas azules que escupían sus cohetes propulsores. Fue recibida por la tribulación del Centella intrépida con hurras y exaltados gritos. Kleoss y sus exonautas no tuvieron tiempo ni siquiera de asombrarse cuando un sobrenatural rayo de luz roja surgió de una de las estructuras poliédricas de la nave exonita y cayó sobre el lugar bajo el cual se hallaba el túnel que les había conducido allí, vaporizando con furiosa rapidez el hielo. ¡Los exonitas eran dioses! ¡dioses benévolos que les iban a salvar! Una segunda nave exonita a la que no habían llegado ver acercarse, apareció desde popa como si hubiese brotado delmismísimo vacío y atrapó al Centella intrépida con unas enormes garras, haciendo crujir sus mamparos. Todos chillaron, presas del pánico. El cuerpo de esta segunda nave era esférico, del cual brotaban las metálicas garras que les aprisionaban, y solo era un poco más grande que la suya, pero mucho más poderosa. Aferrándolos, les elevó con sorprendente fuerza en el vacío impulsándose con sus potentes cohetes y les acercó a la primera nave, cuyo rayo mágico seguía atacando con fiereza al hielo, horadándolo con rapidez. Así permanecieron unos tensos minutos, y entonces todo sucedió muy rápido, el rayo mágico concluyó su tarea perforadora y la nave que les había atrapado se arrojó con ellos al reabierto túnel antes de que este se volviese a congelar a consecuencia del frío vacío. Cuando quisieron darse cuenta de lo que sucedía estaban de regreso en su amada agua y caían de regreso al Suelo al Revés, descendiendo con vertiginosa rapidez el túnel. En apenas 30 minutos ya estaban de vuelta en el campamento “Tileon”, alrededor del cual la nave redonda les hizo dar varias vueltas sin liberarles aún de su metálico abrazo, lanzando cegadores chorros de luz en todas direcciones, como si quisiese explorar el lugar pero sin dejarles huir de ella. Cuando la esférica nave exonita pareció satisfecha, liberó por fin al Centella intrépida de sus garras y se internó presurosa en el túnel, de regreso al Mundo Exterior que era su hogar. Aunque Kleoss y los exonautas hubieran querido intentar seguirla no hubieran podido, ya que antes de que pudieran reaccionar una serie de violentas explosiones sacudieron la entrada al túnel, sellándolo como si nunca hubiera existido.

 Prácticamente nadie creyó a Kleoss y su fantástica historia, a pesar de que aquellos exonautas que no optaron por refugiarse temerosamente en el silencio ratificaron su relato, y de igual modo uno de los trabajadores del campamento “Tileon” afirmó haber visto una extraña nave provista de focos asombrosamente potentes poco antes de las fuertes explosiones que sellaron para siempre el túnel. Al final la tasa de suicidio entre los exonautas fue alta y solo unos pocos lograron reconducir su vida, mientras que Kleoss murió tristemente en la indigencia, algunos dicen que completamente loco.

 Hoy en día, nadie sabe con exactitud dónde termina la realidad y empieza la leyenda al respecto de la “La epopeya de Kleoss y los exonautas”. Carecemos de los medios técnicos de los que supuestamente disponía el Imperio de Numen para explorar el mítico Suelo al Revés más allá de las más altas de las aguas altas, y mucho menos para perforarlo en el caso de que sea real. Mogulos nunca tomó partido cuando escribió la epopeya, él siempre defendió que únicamente le interesaba la dimensión lírica de la historia. Según el Culto de la Oscuridad Luminosa, como sabéis el credo religioso más extendido en nuestro reino y del que algunos de vosotros sois devotos, los Dioses Oscuros, demiurgos de nuestro mundo, moran más allá de las aguas altas, vigilándonos y a la vez protegiéndonos al iluminar nuestras almas con su magnánimo poder y sapiencia, y hay quién se ha atrevido a sugerir que los exonitas eran en realidad manifestaciones de dichas deidades. Es más, unos pocos excéntricos le dan la vuelta al concepto y sostienen que los propios Dioses Oscuros son tan solo una tergiversación esotérica de la existencia real del Mundo Exterior y sus exonitas tal y como los describió Kleoss.

 – ¡Blasfemia! – gritaron un par de escandalizadas larvas.

 Sea como sea – prosiguió el maestro ignorando la interrupción – Es posible que nunca sepamos la verdad, así que cada uno sois libres de sacar vuestras propias conclusiones acerca del mito. Solo espero que el valor y arrojo de Kleoss y los exonautas pueda seros de inspiración cuando afrontéis los retos que os esperan en vuestro futuro.

 

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Epílogo

 

 Europa; extractos de la entrada de la Wikipedia actualizada a fecha de 3 de junio del 2282.

 Europa es el sexto satélite natural de Júpiter en orden creciente de distancia y el más pequeño de los cuatro satélites galileanos.

[…]

 Ligeramente más pequeña que Luna, Europa está compuesto principalmente por silicatos, tiene una corteza de hielo de agua y un probable núcleo de hierro y níquel. Cuenta con una tenue atmósfera compuesta de oxígeno, entre otros gases. Su superficie está estriada por grietas y rayas, mientras que los cráteres son relativamente raros. Tiene la superficie más lisa de cualquier objeto conocido del sistema solar. Fue a finales del S.XX cuando se empezó a explicar la suavidad y juventud de la corteza helada de Europa a partir de la hipótesis de que existía un océano debajo de ella, el cual podría servir de morada para la vida. Las fuerzas de marea inducidas por Júpiter causarían que el océano se mantuviese líquido y conducirían a una rica actividad geológica que alimentaría de nutrientes el agua. Esta hipótesis alentó los primeros esfuerzos de exploración, conducidos a través de sondas robóticas.

[…]

 El honor le correspondió a la misión automatizada china “Hai Re” cuyo robot “Gong Gong” consiguió triunfar donde otros habían fracasado y perforó con éxito la superficie de hielo de Europa en el año 2031, descubriendo en efecto un océano de agua líquida oculto bajo ella.

 Hubo sin embargo que esperar hasta la primera expedición tripulada, la misión internacional Tetis que llegó allí en el año 2044, para descubrir la exuberante vida que bulle bajo las frías aguas de Europa. Los debates en la ONU fueron turbulentos antes de conseguir que todos sus países miembros firmasen el “Tratado de Europa”, un acuerdo que establecía una reserva natural sobre el satélite, requiriéndose de muy estrictos permisos para visitarlo y conducir investigaciones sobre él, y no pudiendo alterarse bajo ningún concepto su ecosistema alienígena. Fue por lo tanto bajo la atenta mirada de la ONU como se fundó en 2051 la primera colonia humana en Europa, el campamento internacional “Trisha”, llamado así en honor a la capitana de la misión Tetis.

[…]

 La consolidación de la Federación Solar en el año 2170 propició un nuevo impulso a la colonización de Europa, aunque se mantuvo intacta la vieja prohibición de alterar de cualquier manera el floreciente ecosistema de su océano oculto, y mucho menos de interactuar con la primitiva civilización que allí se desarrollaba, fuente inagotable de estudio xenosociológico para los eruditos de todos los mundos habitados.

[…]

 El pasado 4 de noviembre de 2249 saltaba la noticia al desclasificarse parcialmente varios expedientes de los servicios secretos federales. Al comienzo del año 2215, tal y como decían insistentemente los rumores, unos soldados de la base militar federal Zeus se encontraron con un navío europo que, tras perforar el hielo desde el océano oculto, había encallado en el exterior. Sin informar a las autoridades europeas ni al Parlamento Interplanetario, los soldados realizaron un rápido examen del navío y sus ocupantes, que permanecían con vida, antes de devolverlo al océano oculto. Los servicios secretos federales lo ocultaron todo durante décadas debido a…

[…]

 A fecha de 3 de junio del año 2282, en el Museo de Ciencias Naturales de Europa, ubicado en la capital europea, la ciudad de Trisha, se han expuesto por primera vez al público los cadáveres de los europos que fueron recuperados por soldados federales en 2215, incidente cuya gradual desclasificación a lo largo de la segunda mitad del año 2249 provocó una fuerte crisis diplomática entre el gobierno europeo y la Federación. En una sala aparte, también se volverán a mostrar los restos de la maquinaria que habían estado operando los europos antes de morir.

 Las entradas para la inauguración llevan meses agotadas y se han tomado fuertes medidas de seguridad, ya que los científicos afirman que los ejemplares son extremadamente valiosos y aún quedan pendientes muchas investigaciones sobre los europos, con cuya civilización, a pesar de las fake news últimamente de actualidad, no se ha vuelto a contactar. 

 

Escrito por Iván Escudero Barragán

 

 


 

 

 

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