Terror mortal

 TERROR MORTAL



No tenía miedo a las arañas, sino que sentía verdadero terror a las arañas. Y ahora se encontraba completamente rodeado por ellas. Había algunas grandes y otras pequeñas; eran tanto negras como de otros colores. No había dos iguales, pero todas eran algún tipo de araña o tarántula. Y se acercaban inexorablemente hacia él.
Su miedo hacia ellas se remontaba a un suceso traumático en su más tierna infancia, momento a partir del cual siempre sentía parálisis en sus extremidades ante la visión de una única y simple araña.
Y ahora estaba rodeado de montones de ellas.
Cuando tenía cinco años una araña mordió a su hermana mayor, provocándole la muerte por lo que más tarde se determinó como una reacción alérgica aguda al veneno de esa araña en particular, que en general se consideraba inocuo para los seres humanos. Él estuvo presente cuando ocurrió, por lo que a partir de ese momento le empezaron a aterrorizar las arañas aunque hasta entonces le habían parecido uno bichitos interesantes. Ese pánico irracional se disparaba no solo ante la visión de uno de estos arácnidos, sino también por el simple hecho de ver lo que le pareciera una tela de araña, incluso si no lo era.
Hubo ocasiones en que ese terror fue un impedimento crucial para la realización de diversas actividades. A los 13 años tuvo que bajar al sótano de su casa en busca de algo y vio una gran araña. Al notar su tardanza para una tarea tan sencilla como la que le habían encomendado, sus padres bajaron a buscarle y le encontraron paralizado con la vista fija en una araña. Tras esto le llevaron a numerosos psicólogos para intentar solucionar su problema, pero fue en vano. Uno tras otro no lograban dar con la clave para al menos disminuir la ansiedad que le producía su fobia.
Ya de adulto también le causó ciertos problemas a la hora de la elección de los trabajos. No podía trabajar (porque se sentía incapaz de hacerlo) en lugares parcialmente oscuros, son sótanos o almacenes. En estos lugares, aun sin haber telarañas y estando todo tan limpio como un quirófano de urgencias antes de ser usado veía arañas por todas partes. Por muchas terapias que intentase y tratamientos experimentales a los que se sometiera, no encontraba modo de librarse de esta lacra.
Este terror, esta fobia inmensa que aun con un origen definido parecía no tener fin, era la que ahora le embargaba.
Todo fue porque estaba ayudando a un amigo a organizar los estantes de su tienda de cosméticos, y este le indicó que necesitaba su ayuda para traer algunas cosas del sótano. Le insistió en que el sótano estaba limpio, que la señora de la limpieza que se encargaba de ello no permitía que apareciera ni la más pequeña mota de polvo, por lo que era imposible que hubiera "ya sabes qué". Fue tan convincente que al final se avino a acudir él a por las cajas que le había pedido mientras su amigo terminaba de organizar esa sección.
Sin embargo, pocos instantes después de que accediera al sótano (que en un principio sí le parecía que estuviera realmente inmaculado y bien iluminado) sintió que se cerraba la puerta tras él. Tratando de controlar su temor miró a su alrededor y se giró para intentar abrir la puerta. Sin embargo no fue capaz, por lo que comenzó a transpirar. Lentamente se puso de nuevo frente al almacén, donde ahora le parecía ver sombras entre las estanterías. Tras observarlas más atentamente le pareció que esas sombras se movían, consistiendo en pequeños cuerpos de ocho patas que se acercaban inexorablemente hacia él. De manera pausada pero continua, esas formas poco definidas se le iban aproximando, llegando incluso a subírsele por los pantalones sin que él, paralizado por el miedo, pudiera hacer nada por evitarlo.
Cuando un buen rato después su amigo abrió la puerta en absoluto atrancada del sótano, extrañado de que todavía no hubiera vuelto, le encontró muerto a los pies de la escalera. A su alrededor no había ni rastro de las arañas que, en su imaginación, creyó que le rodeaban venidas de los confines de aquel lugar.
La causa de la muerta fue un paro cardíaco causado por su pánico.


Escrito por Aránzazu Zanón


Comentarios

Entradas populares de este blog

El misterio de los cinco ceros

La Era de los Héroes

Una lección de civismo