La Guerra de los Corazones

 

 La Guerra de los Corazones

 

 El presente informe busca resumir y analizar brevemente los acontecimientos sucedidos en lo que se ha venido a llamar "La Guerra de los Corazones", con el objetivo de servir de base a la investigación más detallada que deberá de llevarse a cabo en busca de responsables y conclusiones a futuro.

 

Antecedentes

 

 A resultas del clima enrarecido, tóxico e irrespirable que se vivía en la oficina, a finales de otoño del año pasado, desde Recursos Humanos se propuso emprender un plan de choque con el propósito de mejorar la convivencia y promover el mutuo entendimiento y la armonía entre los empleados. No era sostenible que se siguiesen enviando correos electrónicos de contenido incendiario, que se formasen corrillos frente a la máquina de café en los que se tramaban insidiosas conspiraciones, o que algunos de los empleados terminasen en el enfrentamiento directo. Berta Sanchez nos ofreció un notorio ejemplo del problema cuando disparó grapas contra la cara de Hugo Moreno (quien por fortuna portaba unas sólidas y protectoras gafas de pasta). Tampoco es posible olvidar el día en que Alicia Martinez derramó su café caliente sobre la cabeza de Marta Gutierrez afirmando que "necesitaba más cafeína para dejar de ser tan lerda". Por terminar de ilustrar esta casuística, especialmente indeseable fue el hallazgo de una rata muerta sobre el teclado de Francisco Perez, sobre la cual había pegado un posit en el que se podía leer "vas a terminar igual que este familiar tuyo" [Nota: ya hemos contratado una empresa de desratización, aunque no nos podrán dar servicio hasta dentro de dos meses, mientras, se ha recordado en varias ocasiones a los empleados que no deben de interactuar con las ratas y mucho menos darles de comer].

 

 

Comienzo y desarrollo de la campaña

 "Regala Corazones"

 

 Tras una fructífera tormenta de ideas en el seno de la comisión creativa para la convivencia y la armonía del área de Recursos Humanos, coincidiendo con la proximidad del día de San Valentín, se decidió que la solución era el amor. Y dado que los empleados no eran especialmente propensos a amarse entre ellos, habría que empujarles a ello. Para ello, se propuso lanzar una campaña llamada "regala corazones". La idea era sencilla: Se repartiría a cada empleado un total de tres cartulinas rojas con forma de corazón y un espacio para escribir en él; dichas cartulinas-corazón (en adelante corazones) deberían de ser dedicadas y regaladas a tres compañeros/as de la oficina de la elección del empleado. La operativa de la campaña fue definida en base a estas tres reglas:

 

1. En la cartulina del corazón se debería de escribir el nombre de la persona a la cual se le entregaría junto con el motivo de dicha elección. Por ejemplo, como muestra de agradecimiento por una ayuda recibida en el pasado.

2. No se podría entregar un corazón a nadie del mismo departamento o área a la que perteneciese el empleado.

3. Nadie podría recibir más de un corazón por parte de una misma persona.

 

 Para darle un aliciente al proyecto, el empleado que más corazones recibiese sería premiado con tres días libres, el que quedase segundo en el ranking, con dos, y el tercero con uno. En el otro extremo, las tres personas con menos corazones deberían de hacer un curso obligatorio de Recursos Humanos para mejorar sus aptitudes, curso que deberían de realizar fuera de su horario laboral.

 Los corazones contaban con un adhesivo que permitía pegarlos en el escritorio o incluso en una esquina del monitor del destinatario. Si funcionaba bien, esta idea podría repetirse cíclicamente cada cierto tiempo, fomentando la colaboración entre los empleados, aunque solo fuese por el afán egoísta de ser apreciado por los demás y poder ganar días libres.

 Definida la campaña de esta manera, fue aprobada por el presidente y se dio comienzo a la misma el lunes de la tercera semana de enero del presente año. Los ganadores se anunciarían el 14 de febrero, día de San Valentín.

 El primer día de la experiencia se repartieron los corazones, se anunciaron las condiciones y los premios, y el ambiente en la oficina cambió completamente. Aquel día todo el mundo guardó un escrupuloso silencio y cesaron como por arte de magia los enfrentamientos. Sin embargo, ningún corazón fue entregado a nadie. Esta situación se mantuvo durante dos días más hasta que Víctor Meléndez, del área de facturación, entregó un corazón a su archienemiga, Bernarda Casas, del área de contabilidad, quién le respondió de la misma manera. Aquello fue el detonante de un intenso movimiento de corazones. Desde Recursos Humanos se hizo un breve estudio sobre el fluir de los corazones y se detectaron los siguientes hechos a destacar:

 Los textos escritos en los corazones entregados aludían o bien a hechos crípticos (gracias por “eso”), o bien triviales (gracias por invitarme al café).

  •  Los primeros días, un porcentaje amplio de los corazones se trocaban entre dos personas, al modo de un intercambio comercial, pero hacia el final de la experiencia, su flujo pasó a ser unidireccional, acumulándose los corazones en personas muy concretas.
  •  Problemas cuya solución llevaba atascada meses o incluso más de un año, empezaron a quedar de repente resueltos: se recuperaron documentos perdidos, se clarificaron procedimientos, las nóminas empezaron a pagarse en la fecha debida, e incluso el servicio de mantenimiento arregló por fin el sistema de climatización.
  •  Por parte de los informáticos, se informó de un notable aumento en el tráfico de correos electrónicos a través de la Intranet. 
  •  Transcurridas dos semanas tras el comienzo de la campaña, el movimiento de corazones seguía siendo casi tan intenso como al principio. Este hecho hizo sospechar que los corazones cambiaban varias veces de manos, a pesar de que según las bases del concurso solo se podían usar una vez.

 

Finalización de la Campaña

 

 Como estaba anunciado, el 14 de febrero, el día de San Valentín, se puso fin a la campaña "Regala Corazones", y se convocó a todo el personal para anunciar los resultados. Dichos resultados fueron los siguientes:

 >> El primer premio, con el 45% de todos los corazones, se lo llevó Cesar Ramírez, el vicepresidente de la empresa, una persona que siempre había causado sentimientos a caballo entre el odio y el temor entre la mayor parte de la plantilla.

>> El segundo premio, con el 32% de los corazones, fue para Ángela Bolsón, la responsable de nóminas del área de Recursos Humanos, famosa por su anti-proactividad.

>> El tercer premio, con el 13% de los corazones, lo obtuvo Ramón Porras, jefe de mantenimiento de las instalaciones, contra el cual llevamos meses dirigiendo quejas debido al lamentable estado del edificio.

 El 10% restante de los corazones se repartieron de modo aleatorio entre el resto de la plantilla. Las tres personas que quedaron colistas, paradójicamente, resultaron ser bien reconocidos por su escasa conflictividad así como por ser apreciadas en general por todo el mundo, aunque, eso sí, ocupaban puestos bajos en la jerarquía.

 Fue entonces cuando una compañera de Recursos Humanos llamó la atención sobre el hecho de que se habían recontado un total de 625 corazones, cuando en realidad solo se habían entregado 431. Efectivamente, un análisis más detallado de los corazones demostró que muchos de ellos eran falsificaciones, algunas muy bien hechas mientras que otras eran más burdas. También había corazones sobre los cuales se había escrito sobre tipex (hasta sobre tres capas distintas de tipex en los casos más extremos), y que no mostraban trazas del adhesivo que originalmente habían tenido.

 Debido a estas irregularidades, se decidió dar como no válido el recuento de corazones y se anularon los premios, considerando que la campaña "Regala Corazones" debía de ser considerada un fracaso. Como consecuencia, toda la plantilla de la oficina, el vicepresidente incluido, deberían de hacer el curso obligatorio de recursos humanos para la mejora de la convivencia.

 César Ramírez, quien había conseguido monopolizar casi la mitad de los corazones, declaró que, anulados los premios y el concurso, "renegaba públicamente de todas las promesas a las que se había comprometido". Ángela Bolsón y Ramón Porras se apresuraron a añadir que lo mismo se aplicaba a ellos, alguien gritó que no pensaba hacer ningún curso si no se cumplían las promesas conseguidas gracias al tráfico de los corazones, más voces se sumaron a esta proclama, y lo siguiente fue el caos.

 La reyerta que siguió solo pudo detenerse con la intervención de un total de cuatro dotaciones de policía e implicó la quema de papeleras, el destrozo de mobiliario y equipos informáticos, así como rotura de ventanas a través de las cuales se arrojaron distintos objetos, entre ellos el portátil de César Ramírez. Hubo decenas de heridos de distinta consideración, lo cual requirió de la asistencia de varias ambulancias, y cuando el fuego de una de las papeleras se propagó a la montaña de corazones de cartulina, tuvieron que intervenir también los bomberos. La oficina tuvo que estar cerrada una semana y se calcula que los daños materiales ascendieron a los 120.000 euros.

 

Conclusiones

 

 En días sucesivos, a través de las diligencias policiales así como de las propias pesquisas llevadas a cabo por el departamento de Recursos Humanos, se fue averiguando como en aquello que todo el mundo conoció como la Guerra de los Corazones, en el afán de conseguir corazones se amenazó, se chantajeó, se ofrecieron todo tipo de promesas e incluso se llevaron a cabo pagos en forma de intercambios sexuales. Llegó un momento en el que el premio de los días libres frente al castigo del curso obligatorio perdió importancia frente a la reafirmación del estatus social y la demostración de poder. Las personas con más influencia y poder en la empresa se enfrentaron en una lucha de egos que arrastró a todo el resto del personal en una espiral de locura en la cual los corazones se instituyeron en moneda de pago y tributo, cambiando de manos continuamente en la medida en que cambiaban los equilibrios, e incluso fabricándose. Desde Recursos Humanos no se evaluó debidamente la podredumbre moral y afán de poder de las personas que dominaban y a la vez obstaculizaban el funcionamiento de esta empresa, y que por fortuna ahora han cesado en sus cargos en la medida en que afrontan cargos penales.


 Queda pendiente un futuro informe más extenso, y del mismo modo, se está valorando la solicitud del departamento de antropología de la Universisad de Miskatonic de hacer un estudio antropológico completo sobre la Guerra de los Corazones, enfrentamiento que nos ha enseñado la oscuridad que yace en el corazón de ciertos seres humanos.  


Escrito por Iván Escudero

 

Nota del autor: Este relato está basado en una experiencia real que viví trabajando de becario en una empresa, en la cual el departamento de RRHH lanzó en efecto una campaña de regalar corazones de cartulina según las reglas descritas en la historia, aunque afortunadamente aquello no terminó con pucherazos descarados ni con una riña tumultuaria (con lo que hubiera molado), pero sí ilustró de modo muy gráfico la distribución de la influencia y el poder entre la plantilla, ya que curiosamente quienes más corazones recibieron fueron quienes ocupaban cargos de poder.

 




 

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