No estamos solos

 No estamos solos

LAURA COLOMO, MADRID. En el día de hoy, a las 19:35 horas, se confirmó lo que científicos y teóricos de la conspiración llevaban años afirmando: no estamos solos en el universo.

Contra todo pronóstico, lo que días antes había sido calificado como un meteoro con riesgo de colisionar contra la Tierra y causar graves destrozos demostró ser algo totalmente distinto. Según informan expertos de todo el mundo, cuando ya había sobrepasado nuestro satélite y solo quedaba la esperanza de que cayera en una zona poco poblada tras haber perdido gran parte de su masa al atravesar la atmósfera, se obró el milagro.

«Al principio pensamos que debía tratarse de un error en la recepción de datos», explicaba esa misma noche el doctor Arturo Martín Carrizo, director del Proyecto SETI en España. «Sin embargo, tras contactar con otros observatorios no hicimos sino corroborar lo que había parecido en un principio. Lo que creíamos un simple meteoro y que, por su extraño comportamiento, pasamos a considerar un ovni había frenado su avance hasta más de la mitad de su velocidad. No solo eso, sino que su trayectoria variaba conforme se aproximaba a la Tierra, de igual modo que hace un cazador acechando a su presa, o un paparazzo que busca el mejor ángulo para sus fotografías».

Efectivamente, el objeto seguía aproximándose a la Tierra pero con una estrategia totalmente diferente. Tras varias horas deambulando en el exterior de nuestra atmósfera, modificando continuamente su rumbo y velocidad, el objeto acabó traspasándola para posarse suavemente frente a la Puerta de Alcalá, en Madrid, exactamente a las 19:35 hora local.

«Cuando vi aquello pensé que estaba sufriendo alucinaciones a causa del calor», comentó una mujer que vio cómo sucedía el aterrizaje acompañada de sus dos nietos pequeños. «O que estaba empezando a perder la chaveta. Pero entonces los niños empezaron a chillar que los Lunnis habían venido a visitarnos y me convencí de que era real. Los tres no podíamos estar compartiendo la misma alucinación, ¿no?»

Como aquellos niños, cuando llegaron los expertos y se enfrentaron con esos inusitados visitantes pensaron que protagonizaban un capítulo del conocido espacio infantil. Pero una vez superada la sorpresa inicial pudieron comprobar que no se trataba de marionetas, sino de seres de carne y hueso con pensamientos propios.

Según informaron a la ciudadanía en una rueda de prensa de urgencia poco después, estos seres habían captado las señales de radio de nuestro planeta y habían sentido curiosidad por nosotros. Se trata de una raza avanzada con gran interés hacia lo que nosotros llamamos antropología. Igual que algunos humanos coleccionan sellos o nombres en una libreta, estos seres coleccionan conocimiento sobre culturas diferentes a la suya propia. Nuestros visitantes explicaron a los expertos que tras analizar la información que captaron sus sondas (por sus explicaciones parecían hablar de los cometas) decidieron presentarse ellos mismos para conocer algunas de las culturas de nuestro planeta.

Respecto a la elección de Madrid para comenzar su visita turística, explicaron que por su parecido físico con ese programa dirigido a nuestros niños consideraron que les sería más sencillo sobrevivir aquí a este primer contacto.

Así que gracias a que a alguien se le ocurrió diseñar de esta forma a las marionetas, nuestro país y nuestra ciudad han sido elegidos por encima de cualquier otro en este mundo nuestro.

«¿Y por qué la Puerta de Alcalá?» afirman que preguntaron a nuestros homólogos, a lo que respondieron de la siguiente forma: «Cuando aprendimos lo suficiente de vuestro simple idioma nos pareció que la simbología de una puerta era adecuada, si bien en nuestra cultura apenas existen».

Sin embargo, cada vez que eran preguntados para que nos dieran detalles sobre esa cultura para nosotros tan lejana, nuestros visitantes se salían por la tangente alegando que su presencia ya había alterado bastante nuestra sociedad. Y es que, como ya dije, se consideran una especie de antropólogos que han venido a observarnos de cerca.

Y es eso lo que solicitaron hacer. Pidiendo un guía que operara como traductor de aquellos comportamientos que no pudieran desgranar por sí mismos, solicitaron libertad para desplazarse y conocer cada recoveco de nuestra ciudad y nuestra cultura. El guía asignado les explicó que eso no era algo que pudiera resolverse en una sola visita; que en realidad nuestra cultura es un compendio de culturas que se relacionan entre sí, muchas de ellas procedentes de otras partes del globo. Además añadió que era imposible que si salían sin protección se toparan con representantes de los estratos más violentos de la sociedad. Y que tal encuentro podía tener consecuencias nefastas.

Nuestros visitantes desecharon los temores de su guía y según fuentes del gobierno al cierre de esta edición continúan su caminata por la ciudad, interesados en la llamada vida noctura.


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[Anotaciones del diario personal de Laura Colomo]

No sé si alguien leerá esto alguna vez, alguien que comprenda lo mal que estamos ahora, pero aun así debo escribirlo. Tal vez los nietos de los nietos de los Sinnul, como hemos venido a llamar a nuestros "observadores", desarrollen la capacidad de ver el problema de su planteamiento. Los Sinnul son, como dijeron, coleccionistas de culturas. Lo que no nos explicaron es que como aquellos que conservan objetos materiales, detestan que sus colecciones evolucionen por sí mismas.

Me explico.

Una cultura (no ya la nuestra en particular, sino cualquier cultura) es algo en constante evolución. No se trata de una cosa estática, sino que los "nuevos tiempos" van forzando la modificación en uno u otro sentido. Todo evoluciona, lleve más o menos tiempo.

O lo hacía.

A los Sinnul les gustó nuestra cultura, sí. Les gustó tanto que no quieren que cambie nunca. Para ayudar a ello nos "congelaron" en el estado en el que estábamos. Los enfermos seguirán enfermos para toda la eternidad, los suicidas no podrán serlo, sino que continuarán con su depresión sin salir de ella ni para bien ni para mal. Las embarazadas nunca verán el rostro del fruto de su vientre. Los niños...

Miro a mi sobrino Hugo y pienso en todas las cosas que se perderá. Nunca aprenderá a hablar y caminar con soltura e independencia. Nunca crecerá, ni se enamorará, ni tendrá que enfrentarse a exámenes o entrevistas para aspirar a un trabajo. Ni siquiera podrá tener un juguete distinto a los que ya posee, porque eso le haría evolucionar aunque fuera de forma imperceptible.

Por él, aun perdida la esperanza para muchos de nosotros, clamo a los cielos porque nos aparten de debajo de la lupa con que nos observan los Sinnul. O que al menos salga el sol y, en un descuido, el efecto del cristal nos abrase a todos y termine con esta agonía que de otro modo durará toda la eternidad.



Escrito por Aránzazu Zanón

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