El secreto de la Historia

 El secreto de la Historia

La información es poder. Esa era la máxima de nuestra Asociación. De cara al público, éramos un grupo de archiveros por todo el mundo dedicados con fervor a la tarea de mantener intacta la Historia, conservando todo aquello que resultara de relevancia para mantener la memoria de la Humanidad. Un objetivo glorioso y aceptado por la mayor parte de la población. No tanto para aprender de los errores pasados y no repetirlos, sino simplemente por evitar que cayeran en el olvido. Una ocupación loable la nuestra.

Claro que eso era de cara a la galería. De puertas adentro, como suele ocurrir, la cosa era bastante diferente.

Porque la información es poder, y nosotros controlábamos la información. No tanto la actual, aunque también. ¿Qué empresa no necesita echar mano de vez en cuando de un documentalista? Pero sobre todo controlábamos la información histórica, lo que algunos llamaban la memoria de toda una raza.

La situación era sencilla: dos personas (digamos que historiadores para darle más peso a mi ejemplo) discutían sobre si hace 200 años había ocurrido el suceso A, o si en realidad ocurrió B hace 150 años. Siendo A y B incompatibles del modo en que eran planteados solo una de esas dos personas podía tener razón, o quizá no la tuviera ninguna. Si pasado un tiempo no eran capaces de dirimir su disputa ellos solos, acudían a nosotros. En una de nuestras muchas sedes miembros de nuestra Asociación valoraban las opciones y pruebas aportadas, consultaban con nuestra enorme y bien nutrida base de datos, y ofrecían una solución. A partir de entonces en todo el mundo se asumía que esa era la única e irrevocable verdad, y aquellos que dijeran algo que la contradijese, aunque fuera solo un poco, serían acusados de querer engañar a la población. Y castigados por manipulación informativa en el caso de que se demostrara que lo habían hecho con conocimiento de causa y de manera reiterada.

Básicamente, nuestra palabra era ley. Y como toda ley estaba sujeta a interpretaciones que podían derivan en conflictos, se realizaban nuevas consultas a nuestros archivos y con ellas se producían nuevas sentencias en firme.

Al principio esto sucedía mucho, aparecía mucha gente tratando de contradecirnos. Pero con el paso del tiempo cada vez fue ocurriendo menos. Después de todo, ¿para qué esforzarse si no iban a encontrar nada que demostrara que nos equivocábamos? Porque esa era la clave de nuestro éxito. Una vez pronunciábamos una sentencia, todos los documentos que fueran en su contra, estuvieran en el formato e idioma que estuvieran, desaparecían mágicamente sin dejar rastro. No eran prohibidos ni nada por el estilo, simplemente se hacía imposible localizar uno solo de ellos.

¿Cómo lo conseguíamos?

Ese era el secreto mejor guardado de todos, mejor incluso que la fórmula de la Coca Cola (a la que por supuesto también teníamos acceso). Yo me moría por conocerlo, pero los archiveros de nivel medio como yo no teníamos tanto acceso. Aunque me podía quejar, teniendo como tenía una posición privilegiada en la sociedad, soñaba con que algún día me ascenderían lo suficiente como para formar parte del pequeño grupo de privilegiados a los que admiraba desde que entré a trabajar bajo sus órdenes.

Hasta que un día sucedió, hasta que ascendí al escalafón más alto y pasé a formar parte del Consejo.

Desde entonces mi mente busca conspiraciones por todas partes, y estoy convencido de que me acechan desde las sombras para asegurarse de que no desvele el secreto. No creo que este escrito llegue a ser leído por nadie, seguramente desaparezca como tantos otros testimonios de la Historia. No me extrañaría que yo mismo desapareciera sin dejar rastro, sin que haya pruebas en ninguna parte que declaren que yo existí alguna vez. Pero debo continuar, siento que debo finalizar mi relato por si de este modo pudiera al menos hallar algún tipo de paz.

Porque todo lo que creemos saber, los hechos que han grabado a fuego en nuestras mentes desde la infancia, son una mentira. Dudo que a estas alturas quede algo de verdad en los libros de historia. Todos han sido manipulados. La Asociación de Archiveros Mundiales ha estado manipulando el saber popular desde hace ya varias generaciones. Ni siquiera escarbando en la sede central podríamos ver hasta dónde alcanza esta manipulación, cuánto y sobre todo qué partes de nuestra Historia han sido eliminadas.

Porque el gran secreto es


Este documento fue hallado junto al cuerpo no identificado de un indigente sin hogar. La información en él contenida no está completa, pero el fragmento analizado ha sido declarado como no veraz. Por tanto, se ordena proceder a su eliminación de los anales de la Historia.




Escrito por Aránzazu Zanón

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